¡Oh Vida Oculta!

Joy Mills hace un profundo análisis y reflexión acerca de la conocida invocación escrita por Annie Besant «Oh Vida Oculta …» para estimular el reconocimiento de la Unidad de la Vida.

Un día, a comienzos de 1923, la Dra. Annie Besant, entonces Presidente de la Sociedad Teosófica, escribió algunas líneas que desde entonces se han hecho familiares a los miembros de todo el mundo, han sido traducidas a varios idiomas y, ciertamente, se han vuelto parte casi indispensable del vocabulario de todo teósofo. Las palabras se han puesto en música, salmodiadas y cantadas, y pocas reuniones de la Sociedad realizadas desde ese año han comenzado sin la recitación de estas palabras. En todas las Convenciones Internacionales los sucesivos Presidentes de la Sociedad han inaugurado las actuaciones con la recitación antifonal de lo que ha llegado a conocerse como la «Oración Universal» o «Invocación Universal». Simple en extremo, las palabras poseen el mágico poder de un mantram:

Oh Vida Oculta que vibras en cada átomo;
Oh Luz Oculta que brillas en cada criatura;
Oh Amor Oculto que todo lo abarcas en la Unidad;
Que cada ser que se sienta uno Contigo,
Sepa, que por lo tanto es uno con todos los demás.

Estas palabras se han vuelto tan familiares que tal vez su significado y profundidad de sentido se nos han escapado. Cuando nos habituamos a alguna cosa, sea persona, situación o idea, revestidos del material de lenguaje, subsiste siempre el peligro de que lo tomemos por sobreentendido. En momentos de aflicción, aún tal vez pronunciemos las palabras aprendidas en nuestra niñez como simples oraciones de nuestra fe. Se sabe que la gente lo ha hecho tan automáticamente en momentos de crisis, que inclusive a ateos reconocidos se les ha oído pronunciar oraciones que ellos niegan conocer o recordar. Pero las palabras son preciosos y a veces frágiles vehículos, no sólo para el pensamiento sino para las aspiraciones del corazón; no sólo pueden transmitir significados mundanos que nos mueven y relacionan unos a otros, sino asimismo el hambre del alma y la belleza del espíritu en su penetración en esa magnitud que permanece por siempre indefinible y por lo tanto innominable.

¿Podemos vacilar, entonces, en examinar las líneas que la Dra. Besant legó a la Sociedad y al mundo? ¿Qué significados internos, qué realidades más profundas yacen detrás de las palabras mismas? ¿Hacia qué nuevas penetraciones podemos ser conducidos aún al pronunciar las palabras y decir las frases separadas? ¿Debemos llegar a atarnos a esas palabras simplemente porque proceden de esa alma heroica, Annie Besant? ¿Importaría si cualquier otro individuo hubiese servido como canal para su comunicación al mundo? Indudablemente, la constante repetición ha dotado al verso de cierto significado interior, una santidad, si así puede llamarse, pero la repetición puede asimismo embotar el espíritu, y las frases memorizadas pueden decirse con poca atención de mente o corazón.

Antes de examinar por lo menos algo del sentido interno de este verso, puede ser de interés notar su origen específico. En sus notas en «Desde la Atalaya» en «The Theosophist» de junio de 1923, la Dra. Besant escribió que estas líneas fueron impulsadas por un requerimiento de un número de miembros que estaban ayudando a organizar la «Campaña de la Fraternidad» en la India del Sur. Esta campaña fue inaugurada algún tiempo antes en Gran Bretaña y justamente entonces comenzaba en India. Su comentario continúa: «Yo escribí algunas líneas para repetición diaria matutina y nocturna, porque no sentía poder escribir una meditación, como me hablan pedido. Me parece que la meditación es una cosa muy individual, el trabajo de su propia mente sobre algún tema especial; lo máximo que pude hacer fue sugerir un tema. Aquí está, tal como a sí mismo se canta.. . » A continuación sigue el verso más arriba mencionado. Más adelante, ella añade, «Emite sucesivas ondas de color, vibrando hacia afuera desde la persona que habla, si se entona o canta rítmicamente, sea por la voz externa o interna, y si varios miles enviaran esto a sucesivas áreas, podríamos crear un efecto muy poderoso en la atmósfera mental»«.

El hecho de que la Dra. Besant nos dice que el verso «se le cantó a sí mismo» a ella, puede indicar ciertamente que su verdadero origen yacía en un reino más profundo o elevado más allá de su propia mente consciente, tal vez de aquella Fuente a la que ella siempre dedicó su más honda y profunda reverencia y obediencia. Ciertamente debemos convenir en que las palabras como ellas las dió, son de una tal belleza y alcance majestuoso que cualquier alteración o modificación sería impropia. El efecto, tanto en el medio ambiente circundante o comunidad, como en el individuo que pueda estar recitando las palabras mientras el verso es recitado o cantado, sólo puede ser conjeturado, aunque muchos atestiguan su eficacia al producir una paz interior y aún una verdadera curación.

Volviendo ahora al verso mismo, lo consideraremos frase por frase, sugiriendo algunos de los significados latentes en él. Primero, «Oh Vida Oculta que vibras en cada átomo…» La pregunta inmediata que surge es: ¿Por qué oculta? ¿No está en evidencia en todo lo que hay alrededor nuestro? ¡De seguro que la Vida no está oculta! Pero a lo que se refiere aquí, lo que se invoca, debe estar más allá o sobre lo obvio. El Dr. I. K. Taimni en su trabajo Vislumbres en la Psicología de la Yoga, nos recuerda que «La Realidad última existe sólo en lo Por Siempre Inmanifestado y es el origen de todas las realidades relativas que puedan hallarse dentro del reino de la experiencia humana. . .«

Por lo tanto, el principio más elevado está presente en todas partes y sin embargo más allá de toda existencia: es realmente la «vida oculta», la que sustenta toda manifestación. Inherente dentro de esa Realidad está su propio dinamismo, por así decir, haciendo posible la producción de todas las cosas, todo lo existente, porque en el corazón de la Realidad está el pulso vibrante de la creación. Sin ello, nada puede ser. Es omnipresente y contiene dentro de sí mismo el poder de resonar a través de todo lo que es y siempre será. Y esa potencia está encerrada en cada átomo, en cada elemento del universo manifestado. Ciertamente, «vibra en cada átomo». Así, la naturaleza toda late con el ritmo del Eterno Uno, oculto por siempre, pero conocido por sus incontables manifestaciones al convertirse el Uno en muchos y sin embargo permanecer por siempre Uno. Así, esta frase inicial es un llamamiento a ese principio eterno, inmanifestado, la Suprema Realidad que está al mismo tiempo más allá de los ciclos de manifestación y vibrando sin embargo por siempre a través del universo manifestado. En términos de consciencia humana es una invocación a ese Atman que está oculto en nuestra misma naturaleza, tan presente aquí en lo físico como en su propio nivel, porque su resonancia vibra a través de todos los átomos, de todos nuestros vehículos, portadores de ese Atman de Buddhi a lo físico.

«Oh Luz Oculta, que brillas en cada criatura…» Nuevamente preguntamos: ¿Por qué oculta? Si hay una luz que brilla en cada criatura, seguramente esa luz podría observarse. La verdadera naturaleza de la luz es que brilla, por lo cual puede verse. La luz irradia al exterior, pero se nos exhorta a invocar una luz oculta, una luz que brilla interiormente, pero que no se irradia al exterior de una manera visible.
De manera que un significado más profundo debe estar implícito en las palabras. La Realidad Una, cuando se manifiesta, puede decirse que se convierte en Luz. Es esta luz interna de la Suprema Realidad, de Ishvara, la Deidad manifestada que está presente en cada criatura. La Vida se ha convertido ahora en luz. Su vibración real brilla ahora con dinamismo interno. En el hombre, Buddhila luz del alma– está ahora unido a Atma, lista para expandirse hacia afuera en actividad.

Es esta luz la que debe iluminar toda la naturaleza del hombre. Es esto lo que hace posible la consciencia, una luz que está oculta porque no es objetiva para la consciencia sino de la misma naturaleza de la consciencia pura misma. Y esa luz está presente, brillando a través de cada átomo en el espacio.

«Oh Amor Oculto, que todo lo abarcas en la Unidad…» De la polaridad de Vida y Luz, ahora nace allí la actividad creativa, el Amor. Dondequiera que haya polaridad, la relación entre los polos surge a la existencia, y la más pura de todas las relaciones, la relación que no está manchada en manera alguna por ningún objeto de apego o repulsión, es la relación de Amor. A esto podemos llamarle la «cola» yacente que mantiene unidas todas las cosas manifestadas, todas las partes del universo, todos los elementos que aparecen con la manifestación, de manera que es el Amor que «todo lo abarca en la Unidad». El Uno se ha convertido en muchos, de la unidad ha surgido la multiplicidad. Sin embargo, por mucha que sea la multiplicidad, toda está contenida en el abrazo de esa pura relación que surge cuando la Vida y la Luz irrumpen en la existencia, esa relación de Amor. El Amor yace en el corazón mismo del proceso creador. Por ello, es el principio de conformidad a la ley universal que fundamenta la evolución. Oculto, pues, en el corazón de lo múltiple se halla el Amor que une lo mucho en la totalidad del Uno.

Esta es la ley y el cumplimiento de la ley, conduciendo todas las cosas a su perfecto equilibrio, ya que cualquier cosa que sucede en cualquier parte del universo, repercute en todas partes. No existe autoridad externa, ninguna deidad extracósmica que pese en los platillos de la balanza de la justicia. El Amor está en el corazón del universo y produce el equilibrio, porque todo lo que se halla en el universo está contenido en su abrazo. También aquí está el principio creativo: Atma-Buddhi unido a Manas, vuelto ahora hacia la periferia en el gran viaje involutivo-evolutivo. Manas o actividad creadora, es verdaderamente el amor en acción. La mente, inspirada por la intuición, abarca el universo, percibiendo todas las cosas colmo realmente son. La mente capaz de fragmentar lo Real («matar lo Real«), para asir o comprender su naturaleza múltiple, puede conducirse asimismo a una condición de quietud en la que las modificaciones del principio pensante han cesado. En esa condición, la percepción, el conocimiento, está indiviso. El estado íntegro de la consciencia abarca todo en la unidad.

Las tres primeras frases del mantram nos recuerdan la gran triplicidad de la Realidad Suprema: Vida, Luz y Amor. Pero esta triplicidad está oculta, porque no es objetivamente conocida, sino más bien subyace en el proceso entero de la manifestación. Es «oculta» porque la mente sola no puede captar su esencialidad ni puede experimentarse a través de los instrumentos de los sentidos. Como señala el Dr. Taimni en el trabajo arriba mencionado, «De acuerdo a la filosofía Oculta, hay un método para conocer la Realidad. . . y este método consiste en suprimir completamente las modificaciones de la mente.» Ese método, por supuesto, es yoga. Luego, continúa el Dr. Taimni, «la consciencia individual se libera del velo que separa la consciencia individual de la consciencia universal y conoce esta Realidad directamente al ser una con la misma.»

En las primeras tres líneas de nuestro verso invocamos la triple naturaleza de la Realidad Una, y en esa invocación podemos cumplir una suprema yoga de auto-realización. Se nos llama la atención hacia el sublime hecho que, subyacente al hombre y al universo está esa Realidad Una en su triple aspecto de Vida, Luz y Amor. Su comprensión yace en un reino más allá de la mente, pero al evocarla, traemos esa Realidad al conocimiento directo, a nuestra consciencia atonada y armonizada con el Uno. Las últimas dos líneas del verso afirman esta comprensión.

«Que cada ser que se sienta uno contigo«. El uso de la palabra «contigo«, indica que la triplicidad de Vida, Luz y Amor, es ciertamente Uno, la Suprema Realidad Una. Nótese, sin embargo, que el énfasis recae primeramente sobre «sienta«: ¿qué es el sentirse uno con lo Supremo? Sentir su penetrante conocimiento; conocimiento sin pensamiento perturbador, sin influencia perturbadora alguna. Es un conocimiento que es total, que nos domina, que se apodera de nosotros total y plenamente. Tal vez pueda compararse al momento de dolor que se siente cuando se tropieza con el dedo del pie contra un pilar de piedra; en ese momento no hay otro conocimiento más que ese dolor.

Ni aún el pensamiento se introduce en el momento agudo del impacto; solo más tarde diremos, «yo, tropecé con el dedo del pie o «sentí dolor en el dedo». El sentido que debe sobrevenir, ser afirmado, en la realización de la unidad, es tal: total, entero, completo, sin análisis o razón o deducción lógica. Solamente en tal condición puede surgir el verdadero conocimiento. En un sentido, esta facultad de «sentirse como uno Contigo», puede describirse como el dolor de unidad, el peso de la unidad, que todos debemos soportar, si conociéramos la realidad de la vida misma. En otros palabras, no es un sentimiento selectivo: yo me sentiré uno contigo, pero no con aquella otra persona; yo me sentiré uno con un árbol pero no con una víbora, etc. Cuando decimos «Que cada ser… «, estamos invocando en nosotros mismos una consciencia que no tiene divisiones ni barreras; es una consciencia inspirada sólo por la Vida, la Luz y el Amor, siendo, por ello, pura, total.

Más allá de ese agudo conocer del «sentimiento», debe seguir el conocimiento. «Sepa que él es, por consiguiente, uno con todo lo demás«. Así el mantram concluye con una afirmación de certeza de conocimiento. El hombre no sólo ha de sentir, debe conocer. Esta es la amplia carga de la «auto» consciencia. Pero es un conocimiento que no es simplemente una suposición, una opinión, una idea, una creencia que puede alterarse cuando aparece alguna otra noción. Es más bien un acto consciente que nace porque hemos estado sumidos en una consciencia que era
entera, indivisa, total y prístina en su naturaleza. Como consecuencia del contacto con esa consciencia, de ese conocimiento no verbal que somos ‘Uno con la Realidad Universal, que verdaderamente somos Atma-Buddhi-Manas, debemos saber, ser completamente conscientes de nuestra unidad con todas las otras unidades de la vida que están igualmente comunicadas con la Realidad, vibrando con ella, brillando con ella y abarcada por ella.

En algunas versiones del mantram, la palabra «también«, ha sido substituida por las palabras «por consiguiente«, pero puede notarse que en la versión original de la Dra. Besant se usan las últimas. Hay una diferencia sutil pero muy definida entre las dos palabras. «También» es una palabra aditiva, significa agregar a, esto más aquello, etc. «Por consiguiente» comprende la connotación de subsecuente sobre, como resultado de; no es aditiva. Seguramente el objeto del mantram es la comprensión de que cuando el sentimiento de unidad está presente, un reconocimiento de la unidad con la Realidad Suprema que es Luz, Vida y Amor, entonces, inevitablemente sigue a ese reconocímiento la comprensión que uno está inevitablemente unido con todas las demás criaturas. Porque, ¿cómo puede el hombre ser uno con lo Supremo y permanecer separado, distinto de todos los demás que están igualmente enraizados en la Realidad Una?

Muchos significados más pueden ser descubiertos en este magnífico verso que la Dra. Besant nos ha legado. Es verdaderamente una reafirmación del total proceso creativo en el que nosotros -y la vida toda- estamos sumergidos. Una reafirmación que está dentro de nuestro poder, como unidades autoconscientes de vida, la facultad de percibir la vida, total y espléndida. Esta es la visión que podemos esparcir resplandeciente sobre el mundo entero; la visión a la que podemos dar alas, voz y forma. Es una visión que podemos volver a crearnos cada vez que cantamos el mantram y así, volver a crear nuestro mundo, transformar nuestro mundo. Solamente esta visión puede efectuar una consciencia nueva en el mundo, una consciencia de ¿unidad, de fraternidad, de paz y armonía de totalidad y santidad. Cuando repetimos estas pocas y simples líneas, solos o en grupo, invocamos a la Realidad Una que se manifieste nuevamente, y esto seguramente es para hacer total y sagrado todo lo que existe en el universo alrededor de nosotros. No podría ser realizado ningún acto más maravilloso.