Vivir es morir

Reflexiones sobre el significado de la vida y de la muerte que nos propone Radha Burnier. ¿Qué es la vida y qué es la muerte? Los filósofos y los científicos han intentado profundizar en este misterio, pero nosotros intentaremos comprender lo que podamos desde el punto de vista del sentido común. 

¿Qué es la vida y qué es la muerte?

Los filósofos y los científicos han intentado profundizar en este misterio, pero nosotros intentaremos comprender lo que podamos desde el punto de vista del sentido común.

Sabemos que existe una energía cuya presencia permite que las substancias materiales estén organizadas en una forma que funciona. Cuando esta energía no se halla presente, las substancias se separan y dejan de constituir un todo coordinado. En cada cuerpo, en el vuestro, en el mío y en el de todos los demás, todos los elementos cooperan como un «organismo vivo», con síntomas como una respuesta ante el entorno, la capacidad de crecer, y la auto-organización. En cuanto la energía se retira, deja de ser ese todo organizado y todos los síntomas desaparecen. A esta retirada la llamamos «muerte»; la aparición o presencia de la energía es la «vida». Y poco más se conoce.

¿Hay vida sin un cumplimiento de un propósito inherente?

Hace algunas décadas, en este mismo estado, podían verse hermoso gatos salvajes, llenos de energía, ágiles y alerta, semejantes a unos tigres en miniatura. Más tarde, sólo se les veía en el zoo encerrados en pequeñas jaulas, y aquella criatura que antes había estado llena de vida, yacía allí «sin vida», amodorrada por falta de esperanza. Todas las criaturas quieren vivir; el propósito de la naturaleza es inherente en cada forma de vida porque ésta ha ordenado que mientras todas las criaturas van viviendo y experimentando, trasmiten sus experiencias de alguna manera, como instinto o como instrucciones claras, donde no sólo se perpetúa la especie, sino que tienen lugar unos cambios en la conciencia. Cuando los organismos se elevan a mayores niveles de complejidad en su evolución, la conciencia expande su actividad.

La conciencia significa responder y recibir, pero la conciencia del mundo no está restringida a las impresiones sensoriales. El sentimiento, el afecto, el parentesco y la compasión son también maneras de conocer y de responder, igual que la percepción mental Estar vivos es estar totalmente consciente, consciente de todo cuanto existe, a través de los sentidos, los sentimientos, la mente, y las percepciones de una naturaleza más sutil; y a través de estas respuestas y contactos, tener una relación. Cuando no se es consciente de algo, no puede haber relación con ello. Sólo cuando una persona se hace consciente, digamos de una planta, de su forma, de su movimiento, y de otras características, se establece, una relación con ella, que es una comunicación interna.

Puede que sea importante que la humanidad se de cuenta de que la vida es el cumplimiento de un propósito innato, inherente a la energía que llamamos vida. Según ese propósito se vaya desenvolviendo, habrá felicidad.

Desgraciadamente, no comprendemos cuál es el propósito que cada criatura cumple siendo lo que es, y actuando de acuerdo con su propia naturaleza, pero está cumpliendo los designios de la Naturaleza.

Cada criatura humana o no, que se encuentre encerrada, o forzada dentro de una situación contra natura es desgraciada, porque la conciencia no podrá expandirse a través del contacto con otros aspectos de su vida según su naturaleza.

Si la vida, en cualquier forma, sigue durante demasiado tiempo, el cambio no puede tener lugar. Lo que llamamos muerte, la desintegración de los componentes materiales hasta ahora llenos de energía por aquel desconocido que llamamos la vida, es tan importante para la evolución como lo es la vida. La vida y la muerte son necesarias. La vida y la muerte forman un ciclo a través del cual tiene lugar un movimiento más grande, la progresión a niveles de complejidad y de conciencia más elevados. Toda la vida es muerte, por esto la muerte es vida, y todo el gran ciclo de vidas forma solamente Una Existencia.

La «muerte» es ese período en que la actividad del cuerpo cesa y la energía se aplica a destilar la esencia de las experiencias, sin la cual faltaría la base para comprender otras experiencias. Todos los ciclos naturales, comer y asimilar, la actividad diurna que precede al sueño, la actividad en un cuerpo determinado y la retirada de ese cuerpo, son igualmente importantes, porque tienen un papel dentro del proceso de desarrollo de la madurez y la sabiduría latentes en la conciencia.

Los grandes pensadores son aquellos para quienes los hechos presentan un todo coherente. Ven las conexiones y las relaciones y el significado de todos los hechos como una unidad. Las visiones sutiles que revelan hasta ahora significados y verdades ocultos y muestran la belleza y bondad tanto de la parte como del todo, son también formas de conciencia, y un don especial de la conciencia humana.

Aunque toda criatura quiere vivir, nosotros, los seres humanos, preguntamos: ¿Qué es en realidad vivir?. En términos de una conciencia más profunda, ¿estamos realmente vivos?. Recordemos que si no tenemos conciencia de algo, por ejemplo de una planta, de la forma de sus hermosas hojas rojas, del diseño de su organización, la relación con ella apenas existe. Cuanto más alerta está uno, más comunicación hay, y es más el contacto interno en la conciencia, que es relación. ¿Hasta que punto vivimos en este sentido?.

Cada uno debería mirar su propia vida cotidiana. Aquí hay unos árboles hermosos. Podríamos pasar por delante de ellos sin ser conscientes de su existencia, o bien, viéndolos, ser inconscientes de su belleza. La belleza podría sentirse vagamente. Uno dice «qué bonito es», y sigue adelante. O la experiencia tiene un sentido intenso y profundo, un gozo no sentido antes, y tal vez aporta el toque de una realidad más profunda. El verdadero arte nace a partir de una percepción de la verdad oculta, no de lo que está en la superficie. Los ojos ven el cuerpo del gato salvaje, ven un pato que nada en aguas tranquilas, pero si el corazón no percibe, no existe, no existe la comunicación. El gozo y la belleza indican un nivel más profundo de comunicación y de relación. La experiencia a ese nivel de intensidad y de profundidad puede encontrar una expresión espontánea en la poesía o en el canto, pero también se transmite con el modo de vivir de una persona. Entonces comunica lo que de otro modo sería desconocido. La buena poesía conmueve el alma incluso unos siglos después, porque la intensidad de la experiencia del poeta comunica algo que se encuentra más allá de las palabras a quienes son receptivos. Cuando un Buddha, un Cristo o cualquier persona verdaderamente santa habla, sus palabras llegan a lo más profundo de los corazones de miles de personas. Siglos después, las palabras inspiran cambios en la conciencia de los oyentes. Esas mismas palabras repetidas por personas corrientes no tienen un impacto similar, porque no transmiten la verdad realizada a un nivel profundo.

Cuando pensamos que estamos viendo, oyendo y contemplando, ¿hasta que punto somos realmente conscientes? ¿Nos damos cuenta solamente del aspecto externo o experimentamos el significado, la verdad oculta, la belleza, la esencia interna? Probablemente somos conscientes de muy poco.

Cada criatura necesita vivir, porque su supervivencia es importante para la especie y cada especie tienen un papel dentro del plan de la Naturaleza. Para la supervivencia necesita la memoria y por consiguiente la memoria queda grabada en la función cerebral. Pero la memoria continuamente se interpone ante la conciencia perceptora, obstruyendo el contacto y la comunicación.

¡Qué maravillosa es una mariposa para un niño! ¡Qué gozo y que alegría le producen sus colores! Pero después, esa frescura y alegría ya no existen. La imagen de la mariposa queda impresa en la memoria e impide la frescura de otro contacto. La memoria que es necesaria para la existencia física y la supervivencia, ¡lo convierte todo en algo rancio! A medida que el cerebro envejece, hay más capas de experiencias, de impresiones y de memoria y la vida se convierte cada vez más en una rutina. Entonces, la benéfica Naturaleza dice: Muy bien, te daré otra oportunidad. recuperate de esas actividades que tú llamas Vida y RETORNA con toda la frescura.

La vida misma no tiene fin. Se manifiesta de una forma tras otra y cuando retorna, ¡está fresca del todo! Qué encantadores y atractivos son los pequeños, no sólo los niños humanos, sino el pequeño corderito o el cervatillo. El ciervo adulto es hermoso, pero sus experiencias y las técnicas de supervivencia que ha ido adquiriendo le refuerzan la memoria. El enemigo tiene que ser reconocido y también tiene que recordar donde encontrar el alimento. Pero el joven no tiene memoria y muestra todo el encanto de la inocencia, de un cerebro que es fresco y no tiene cicatrices. La naturaleza, por esto, ha establecido el ciclo de la vida y la muerte para producir no solamente formas nuevas y mejoradas y una mayor complejidad a nivel materia, sino una novedad de experiencia, unos planteamientos frescos, nuevos modos de relacionarse sin quedarse estancados y rancios del todo.

Nos aferramos al estancamiento y tendemos a llamarlo Vida. A la libertad y oportunidad para la renovación la llamamos muerte. La gente se resiste a la muerte prefiriendo estar prisionero en un pulmón de acero o ser como un vegetal, paralizado durante años. Qué extraño resulta resistirse al final de ese cuerpo tan familiar incluso cuando ello representa la oportunidad de una nueva etapa del desarrollo interno.

Aprender a soltarse de lo familiar y disponerse a entrar en lo nuevo es la esencia de las enseñanzas que hemos recibido de muchas personas, como el gran maestro sufí Jalaluddin Rumi que dijo «Oh, Hombre, muere antes de morir … «. Angelus Silesius, un místico cristiano, enseñó: «Muere ahora, antes de morir, para que no tengas que sufrir la muerte cuando mueras; muere ahora, antes de morir, para poder no morir cuando mueras».

Krishnamurti profundizó más en lo que es morir ahora. «El maestro chino Chuang Tsu preguntó: ¿ Cómo puedo decir que el amor por la vida no es una ilusión? ¿Cómo puedo decir que un hombre que teme a la muerte no es como un hombre que ha dejado su casa y teme regresar?»

No necesitamos esperar eso que llamamos muerte para liberarnos de los obstáculos que tiene la conciencia para avanzar hacia estados más elevados de conciencia. No necesitamos esperar porque la conciencia humana está lo suficientemente avanzada como para comprender tanto la vida como la muerte y decir: «Moriré ahora antes de que la muerte me llegue».

¿Cómo podemos morir? Dándonos cuenta de que todas las criaturas necesitan la memoria para sobrevivir y el cerebro funciona almacenando imágenes, conectando las causas y el efecto y llegando a conclusiones. Hemos de llegar a ver que una pantalla de memoria inútil retrasa así la percepción.

Krishnaji habló de poner al pensamiento en su sitio. El pensamiento que está basado en la memoria, en el pasado, no tiene que interferir en la comunicación y cerrar todo lo demás. Estar abierto y receptivo es la Vida. El final de la memoria innecesaria, la interferencia del pasado, es la muerte. Quién muere de esa manera mantiene la mente fresca.

Naturalmente, esto es la teoría, pero se puede trabajar en ello. Tenemos que trabajar con todo aquello que tenga importancia. Entonces la barrera que hay entre la conciencia perceptiva y la conciencia que es el resto de la vida puede desaparecer, dando origen a la unicidad con todas las cosas, que es la única forma de inmortalidad. La Vida Una es inmortal, sin principio ni fin. ¿Es posible liberarse del ciclo de la vida y la muerte y alcanzar la inmortalidad?

Algunos proyectan un cielo donde vivirán de la misma manera que antes, tocando el arpa ante dios o disfrutando de los placeres de la carne. Esto no puede ser inmortalidad, porque todo lo que es material, todo lo que no sea la energía que es la vida universal y la conciencia, es perecedero. Solamente la vida que es para siempre, no la vida en ninguna forma particular, sino la vida universal. Los que se hace uno con ellas son inmortales.

Un amante de la naturaleza que visitó las grandes montañas de la Cordillera americana escribió: «Otro glorioso día en la Cordillera en el que uno parece disolverse y quedar absorbido y propulsado a donde no sabemos. La vida no parece ni larga, ni corta, y no nos apresuramos a ahorrar tiempo, ni a ganarlo, igual que hacen los árboles y las estrellas. Esta es la verdadera libertad, una buena clase práctica de inmortalidad. Estamos ahora en las montañas y ellas están en nosotros, haciendo que cada nervio tiemble, llenando todos los poros y células de nuestro cuerpo. El tabernáculo de nuestra piel y nuestros huesos parecen transparentes como el cristal ante la belleza de nuestro alrededor como si fuera realmente e inseparablemente una parte de ello, estremeciéndose con el aire y los árboles, con las corrientes y las rocas en los rayos del sol, una parte de la naturaleza, ni vieja ni joven, ni enferma ni sana, sino inmortal.»

La barrera del ego, del pensamiento y de la memoria, el aferrarse a la vida, el apego, todo ha desaparecido y la vida universal es la experiencia del momento. Eso es la inmortalidad.

La intención que hay detrás de estos pensamientos no es dogmática. La intensión es que, sin ser demasiado especulativos, podemos observar lo que está ocurriendo alrededor y dentro de nosotros y llegar a cierta comprensión de la vida y de la muerte, y esto dará un nuevo significado a esas dos palabras.

HPB, en el texto antes citado, después de decir que la vida y la muerte forman parte de un gran ciclo de vidas, pero forman una sola existencia añadió: «y el peor día está en nuestro planeta». Sí no es el peor día, es al menos un mal día, sobre todo porque le hemos dado un significado equivocado a la vida y al hecho de vivir. La gente es egoísta y materialista porque creen que de una u otra manera tienen que permanecer apegados a una forma particular, a unas experiencias y placeres conocidos, y la muerte significa prescindir de todo esto. Puede empezar un nuevo día si nos damos cuenta de que ¡la vida realmente significa dejarse ir!

Cuando hay muerte en el sentido de dejarse ir, hay vida. Vivir realmente es morir, quedar libres y estar en armonía con todas las cosas, con los árboles y las estrellas y con las personas y todo lo demás. Este estado de libertad interna es a la vez la unidad y comunicación total, y tal vez una bendición inimaginable.

Publicado en la revista The Theosophist, en marzo de 1996.