Vida diaria y práctica espiritual

Conferencia dada en la Convención de Adyar, diciembre 1997. Dr. Ravi Ravindra, Profesor de Física y Catedrático del Departamento de Religión en la Universidad de Dalhousie, Halifax, Nueva Escocia, Canadá.

Las verdades profundas gozan de la característica de ser la línea vital hacia el sentido común. Por el contrario, la trivialidad de la vida ordinaria y diaria puede sumergirnos completamente. Comencemos con un verso de Krishna, (Bhagavad Gita III.30): Renunciando a todas las cosas, vuelve toda tu atención hacia mí, y mentalmente alerta a tus yoes más profundos, sin expectativa, sin egoísmo, lucha sin agitación.

Si no sentimos un aprecio a estas profundas ideas no será fácil ponerlas en práctica. Aunque podamos citar estas cosas teóricamente, no seremos prácticos con respecto a ellas. Cada uno de nosotros tiene su propio Krishna. Él no es un dios sectario, que posea una cierta medida o forma y al que necesitemos obedecer. A veces los devotos lo hacen un dios entre otros dioses. Pero, para quien haya leído el Bhagavad Gita con algún cuidado y tenga alguna clase de amor por él, no excesiva reverencia, sino gozosa lucha con Krishna, se le hará claro inmediatamente que Krishna no es algo allí fuera. Repetidamente, él mismo asegura: «estoy establecido en el corazón de todos«. Krishna es, literalmente, nuestra más profunda atracción (krish es arrastrar, atraer).

Cada uno de nosotros, y más particularmente aquellos que poseen un sentimiento espiritual -que todos en la Sociedad Teosófica debieran tener naturalmente-, sentimos un ritmo y una razón para nuestra existencia. ¿Cuál es la raison d´etre de nuestra existencia aquí? Esta pregunta no solemos hacerla, salvo ocasionalmente. Cultivémosla, tratemos de ver cómo nos relacionamos con ella, veremos cómo no hay vida sin nuestro Krishna, aunque podamos tener algún Krishna externo en algún templo.

Al renunciar a todas nuestras acciones hacia Krishna se necesita una búsqueda por «mi Krishna». ¿Ante quién renunciaré a todas estas acciones? Hay mucha ayuda en esta frase: «permanece alerta mentalmente a tus yoes más profundos en la vida diaria«. ¿Qué es la vida diaria? ¿Podría significar algo así como perder el equipaje si uno viaja lo suficiente? Pero si en medio de todo esto, no consideramos aunque sea ocasionalmente qué es nuestro Krishna, ante quien al fin se dedicarán o renunciarán algunas de nuestras acciones, entonces viviremos sin propósito.

¿Qué es el yo más profundo? Es fácil ver lo que es el yo superficial y mundano. Casi constantemente fantaseamos sobre lo que ocurrió o debiera haber ocurrido en el pasado o qué sucederá en el futuro. Esta es la vida ordinaria, aun en un monasterio. Suelo escuchar de mis amigos y allegados indios, «uno de estos días renunciaré a todo y me iré a los Himalayas«. Esto es prácticamente una idée fixe en la psiquis india. Sin embargo, aun en la vida diaria de los monasterios hay mucho de lo externo. Hasta en presencia de Jesucristo mismo, los discípulos se preocupaban de si se sentarían a su derecha o a su izquierda. La competitividad y el interés sobre lo ganado o perdido, ¿me veo bien hoy?, ¿soy aprobado?, todo configura nuestra vida diaria y viene con nosotros a donde estemos.

Pensar en Krishna, por lo menos periódicamente, significa dedicar un pequeño momento a atender aquellas cosas que dan significado a la existencia. Al menos de alguna manera, mentalmente, estamos ordenando la propia vida, ¡así que siempre estamos en la cima, siempre tenemos razón! En nuestra mente el universo está tan organizado que llegaremos a la cima, seremos ganadores, personas gentiles que todos admirarán. Para renunciar a todo esto, y ocasionalmente a Krishna, se requiere primero toda la atención de que dispongamos. Casi no importa cuál creencia religiosa se tenga. Si miramos a la chequera de un hombre y su agenda, sabremos cuál es su religión en verdad. Todo lo demás es teoría. Arjuna pregunta a Krishna cómo toma asiento y permanece de pie una persona de firme sabiduría. Una y otra vez, encontramos la sugerencia de que nuestras acciones ordinarias en la vida diaria son el corazón del tema. La vida diaria es práctica, la meta de toda la vida espiritual. La meta no es vivir en una cueva particular de los Himalayas. En el supermercado o cuando se pierde el equipaje, ese es el momento verdadero de practicar firmemente la sabiduría y, permítanme asegurarles, no es tan fácil.

La afirmación de Krishna a veces traducida como «sin esperanza«, significa en realidad sin expectativa. La esperanza indica que existe una legalidad en el universo. Esta es otra palabra para una cierta clase de fe, la que tienen los científicos, por ejemplo, porque hay un orden en el universo. Las cosas no son azarosas o por casualidad. Sin expectativa, por otro lado, tiene un fuerte significado psicológico. De otra manera siempre trabajamos o manipulamos algo en el tiempo, tal como «si hacemos esto, entonces Dios nos hará aquello». Un sabio contemporáneo en Bengala Occidental dijo que la totalidad del mundo es como un bazar en el cual la gente grita con el máximo de su fuerza, todos tratando de hacer su propio y pequeño negocio. Liberarse de ello significa «sin expectativa«.

«Sin egoísmo«, es una idea muy difícil, porque todo nuestro entrenamiento en la escuela y en el hogar se refiere a ello. Preguntamos a los niños «¿Qué quieres ser cuando seas grande? ¿Cómo te ganarás la vida? ¿Qué harás cuando crezcas? ¿Serás un doctor, un ingeniero, un contador?» Hemos fijado poderosamente la idea de lo que vamos a ser el próximo año o en algún otro momento. Esto es la fijación de uno mismo, la protección del ego de manera que nada pueda sorprenderle.

Por otro lado, todas nuestras escrituras dicen, por ejemplo los Upanishads: «Si no es maravilloso, maravilloso, maravilloso, no puede ser sagrado«. Ser impredecible, es casi el sine qua non de algo sagrado, algo que no se puede planear. Ese mismo verso en el Bhagavad Gita dice «pelea sin fiebre«, que significa «pelea sin agitación«. Hay una frase de Krishna en el Mahabharata en que no hay elección real entre la guerra y la ausencia de guerra, o lucha y ausencia de lucha. La elección solamente está entre una clase de lucha y otra clase de otro nivel. Como ocurre también en la afirmación de San Pablo, de que debemos luchar no solamente con seres humanos, sino con principados, poderes, potestades, etc. Hay distintos grados de lucha. Ya sea lucha para recuperar el propio bagaje, o lucha que sucede en la propia mente, en especial cuando hay mosquitos, o cuando estamos enojados o sedientos. Cada uno de nosotros está tan ocupado con la pequeña picadura de mosquito que olvidamos la razón por la cual estamos aquí. Como todos sabemos, hasta el gran Buddha, cuando estaba a punto de lograr la iluminación, tenía grandes luchas. El Buddha debía pelear con grandes demonios, como también Jesucristo debió hacerlo durante la tentación en el desierto.

Nosotros sólo tenemos pequeños demonios que nos afligen. Las fuerzas opositoras se ajustan según la cualidad y fortaleza de nuestros esfuerzos. Sin embargo, estas fuerzas no sólo se dedican a mantenernos en lo inferior. También hay fuerzas que nos ayudan. Mucho de nuestras vidas es un juego de fuerzas, hacia arriba y hacia abajo en nuestra psiquis, sujeta a los dioses ordinarios de premio y castigo, de los que queremos escapar. Para la mayoría de las personas hay dos o tres cosas que caracterizan la vida diaria, en especial cuando piensan negativamente. Pero cuando estamos enamorados, no parece haber nada malo en la vida. Una vida tediosa es causada por la falta de pasión e intensidad, y queremos escapar de ella. Una vida que tenga significado es una vida de libertad, una vida sin premios ni castigos, en la que actuemos con justicia no por el beneficio que nos reporte, sino por el júbilo de hacerlo. Así, para nosotros hay una serie infinita de pasos en la lucha en un nivel en el cual siempre nos estamos preguntando si uno en verdad está involucrado con el propio Krishna. Sólo entonces vivimos una vida espiritual.

Una vida espiritual podría significar muchas cosas para mucha gente. Trataré de decirles lo que significa ésto para mí: simplemente cualquier cosa que nos ayude a comprender a nuestro propio Krishna. Una vida espiritual es aquella en la que intuímos, siquiera oscuramente, que hay una razón para nuestra existencia, que no es meramente accidental, y en la cual esta intuición se vuelve progresivamente más concreta en nuestras vidas.

Repetidamente regresamos a esta pregunta: ¿Puede tu vida diaria ser una vida espiritual, o una práctica de la vida espiritual? Claramente, si no advertimos en qué consiste la vida ordinaria, no habrá examen razonado de ella. Siempre que damos un paso práctico hacia la libertad en esta vida diaria, ¿qué buscamos? He sugerido que solamente hay un par de cosas por las cuales buscamos.

Una es una clase de ligazón con algo de mayor interés, más serio, más intenso, por lo cual no es mala idea viajar ocasionalmente o ir al encuentro de otras experiencias porque esto nos aleja de nuestros lugares o climas habituales. Todo lo que nos muestra que no hay solamente un nivel establecido para vivir, comer, andar o siquiera relacionarnos. Sin embargo, la vida espiritual siempre tiene una cierta verticalidad en ella. No es simplemente impresiones o países cambiantes, o cambios de escala, aunque eso también ayuda mucho. Por ejemplo, siempre es bueno tener un hecho simple en el trasfondo, quizás un pensamiento, una pequeña verdad. Es algo como la vieja práctica hindú de hacer todas las cosas en la presencia del fuego, el fuego en verdad representa la gran verdad de la transformación.

Tomemos la pequeña verdad de que cada año mueren más de 120 millones de seres humanos como una tediosa parte de la vida diaria. Esto no es un cambio de nivel. Siempre que pensemos de cientos y miles, o siquiera de billones de galaxias o estrellas, no estamos cambiando niveles, estamos cambiando escalas. Es saludable recordar que la vida diaria se vive en la presencia de estos hechos. Que durante el tiempo en que estamos aquí muchas galaxias vendrán a la existencia y muchas otras desaparecerán. Esto difícilmente justifica dejarnos llevar por nuestra importancia y permanecer con esa idea de que «yo soy el centro del universo, todo rueda alrededor de mí«. Parte del significado de la vida espiritual es una descolocación de esta idea. Saber que yo no soy el centro del universo es permanecer sin egoísmo (aunque haya un propósito en mi existencia y deba cumplir mis responsabilidades) . Esto no es tan fácil, porque si yo no soy el centro del universo ¿qué significado tiene mi vida? Si yo soy el centro del universo, entonces estaré muy ansioso. La ansiedad es realmente una ley de la existencia de cada ser humano, al menos en nuestro nivel. Si Descartes buscaba una verdad más universal que «Pienso por lo tanto existo, él debería haber dicho: «me preocupo, por lo tanto existo«. Esta es más o menos la situación psicológica de todos durante todo el tiempo.

Sin embargo, tengo un lugar, tengo un propósito en mi existencia, y debo cumplir con mi responsabilidad. Conocerte a tí mismo significa primero, comprender en verdad cómo gastas tus energías, incluyendo tu tiempo y recursos. Mientras tanto, según Krishna clama, él se asienta en el corazón de cada uno. Uno debiera mantener esto en la mente y pensar que en el medio de toda esta dedicación a la superficialidad o trivialidad de la propia vida, ocupada con pequeñas picaduras de mosquitos, allí en lo profundo hay una razón para la propia existencia. Y Krishna se asienta allí, en alguna parte, recordándonos todo esto.

Esto contribuye a convertir la vida diaria en práctica espiritual, que no es tan fácil porque cada uno de nosotros posee profundas contradicciones en su corazón. Por un lado queremos alcanzar la luz, deseamos ser bañados en la verdad. Por el otro, decimos: «La verdad puede esperar. Hoy estoy un poco enojado«. O quizás «iré a un partido de fútbol«. No hay nada malo con el partido de fútbol, pero mucho de nuestra vida se dedica mecánicamente al status quo. Pero todos saben -casi es un cliché- que necesitamos sufrir una transformación de raíz. La interesante paradoja es que nosotros queremos ser transformados sin cambiar, por nuestro apego al status quo. Esta contradicción está bien aquí, en nuestro mismo ser. Por ello la búsqueda de lo sagrado o la práctica de la vida espiritual en la vida diaria no requiere nada muy raro, ninguna postura particular, no es necesario pararse sobre la cabeza, comer queso crema o nada parecido. Ella reclama la auto-observación imparcial, por supuesto idealmente, momento a momento, en la práctica. Si se pueden dedicar aunque sea unos pocos minutos al día para esto, será un comienzo aunque sumamente modesto.

La auto-observación imparcial puede comenzar con cualquier cosa, por ejemplo, los propios gestos, la postura, el tono de voz, la conducta hacia nuestros hijos, el gato o las plantas -cualquier cosa. Porque cada uno de nosotros es casi como un holograma completo. Cualquier cosa pequeña puede tomarse en nosotros y escribir con ella toda nuestra historia, toda nuestra aspiración y futuro. Podemos comenzar en cualquier parte. Lo que se requiere es una cierta imparcialidad, porque de otra manera, siempre somos correctos ante los propios ojos, justificamos todas las cosas. Esta observación imparcial es en verdad el sine qua non de la vida espiritual. Si vemos más y más imparcialmente cómo vivimos nuestra vida, entonces cualquier noción de transformación, cualquier esfuerzo necesario surgirá por sí solo. Por esto es que muchos sabios buddhistas han dicho que si comprendemos la Primer Noble Verdad del Buddha, todas las demás seguirán automáticamente.

Con respecto a la primer Noble Verdad, no nos damos cuenta de que estamos en el dolor. Ocasionalmente lo vemos, pero no percibimos que es la característica de nuestra existencia. Estoy sugiriendo la misma clase de idea: la auto observación imparcial de cualquier aspecto de nosotros mismos en medio de nuestras vidas diarias, representa una ventana o, en realidad, una puerta.

Por supuesto, el ideal o la meta es muy elevada y vasta. Krishna nos previene de que esta clase de cosa requiere muchos períodos vitales. Dice: «Al final de muchos nacimientos» (así que no necesitamos preocuparnos en lograr esto hoy o mañana, aunque es necesario comenzar), «el sabio viene a mí» (dice literalmente: medita en mí), porque reconoce que todo lo que es, es Krishna. Pero una persona de esa talla es rara. Este es el ideal: que vivamos su vida interactuando con otras personas, con otros seres, reconociendo que todos ellos son Krishna. Pero ese ideal tan elevado es casi fallido. Puede ser en verdad peligroso si uno no está alerta en la práctica ordinaria. Estoy convencido de que necesitamos comprender que hay una cierta clase de conocimiento que es esotérico, no porque alguien lo esconde de mí, sino porque el mismo requiere un enorme volumen de preparación. Toda filosofía es peligrosa sin algo de práctica, porque en ese caso adquirimos la costumbre de hablar sobre grandes verdades, las que alimentan el alma hasta un punto, y al mismo tiempo podemos fantasear pensando que vivimos acorde a esas verdades.

Es bueno tener ideales, pero teniendo en cuenta la acción pequeña, local, hoy, aquí y ahora. No es cuestión de ser manipulados por líderes, gobiernos, personas que tienen malos designios, a veces sin saberlo, sin prestar atención. Mucho del mal en el mundo sucede por no prestar atención, no es que la gente esté en especial contra mí, sino que no me advierten en especial. Ellos hacen tanto como nosotros, la mayoría del tiempo. Expresado en palabras simples, la práctica siempre es atenta. Por supuesto, esto debe entenderse dentro de ciertos límites. Si muevo mi mano, sé que la muevo. Significa vivir en el mundo, vivir en una sociedad y estar alerta a cuáles fuerzas existen en esta sociedad. Esto es exactamente lo que se solicitó hacer a Arjuna en propósito, como Krishna dice, orden. Así que necesita participar en la batalla, ya sea ésta tal como se entiende literalmente o como aquella batalla que puede significar el bienestar o la justicia social. Con la constante atención a las fuerzas que posiblemente nos manipulen.

Aquéllos de ustedes que hayan estudiado lo saben muy bien: el corazón de las enseñanzas del Bhagavad Gita es nishkama karma o acción inegoísta, mientras que nuestra vida ordinaria es nishkarma kama o deseo inactivo. Así, para resumir lo hablado, hablo del movimiento desde nishkarma kama hacia nishkama karma.

Publicado en la revista The Theosophist, en mayo de 1998.