Espiritualidad en el día a día

Vicente Hao Chin Jr. nos propone un examen de la vida cotidiana desde un punto de vista espiritual, y cómo podemos despertar del sueño para poder escuchar el canto de la vida. 

Cuando las personas hablan de vida espiritual, generalmente suponen que es un modo de vida un tanto fuera de este mundo, de modo que no hace mucho por los problemas actuales que afrontan en sus vidas. Más, si la persona reflexiona un poco, va a descubrir no tan sólo que el aspecto espiritual de la vida es muy práctico, sino que es también una faceta importante y necesaria que debe ser explorada en la vida diaria de todas las personas.

El fracaso al considerar un mayor marco para vivir, lleva a una vida limitada a los condicionamientos y supuestos de la sociedad; una vida que, en verdad, es una prisión psicológica, y el prisionero apenas tiene consciencia de que está encerrado en una prisión invisible.

Cuando alguien crece con el supuesto de que las cosas más importantes de la vida son encontrar trabajo, adquirir estabilidad financiera, tener una familia e hijos, puede no estar consciente de que aquello que busca ha sido objeto de una búsqueda mecánica desde los hombres de Neanderthal: seguridad, satisfacción de los deseos y atención a las demandas de la sociedad. Ciertamente existen cosas que se deben hacer para sobrevivir, pero limitarse a esas cosas es estar adormecido, vivir la vida de un robot.

Antony de Mello, uno de los más brillantes padres jesuitas de que tenemos noticia, afirmó en su libro Awareness:

«Espiritualidad significa despertar. La mayoría de las personas, aunque no lo sepan, están adormecidas. Nacen durmiendo, viven durmiendo, se casan durmiendo, tienen hijos durmiendo, mueren durmiendo sin jamás despertar. Nunca comprenden el encanto y la belleza de esa cosa que llamamos existencia humana».

Ese despertar es una visión más amplia y profunda de la realidad de la existencia. No es una creencia, pues una creencia es aún estar dentro de cuatro paredes. Ver significa percibir más allá de las paredes de la prisión, no tan solo darse cuenta de que existe algo fuera de ellas. Ese es el inicio de la verdadera intuición. Lo que esa intuición más sutil ve es lo que la personalidad exterior hace, estando casi siempre en desacuerdo, o incluso en contradicción.

El primer y más importante elemento de la vida espiritual vivida en medio de la vida mundana es percibir esa perspectiva más amplia de la existencia, que frecuentemente llega en la juventud, pero que a medida que la persona avanza en edad, es fácilmente sofocada por cuestiones externas e inmediatas.

Para pocas personas ese cuadro más amplio está claro en todo momento. Para otras, una visión de esa naturaleza, precisa ser sustentada por apuntes intelectuales. C. W. Leadbeater escribió que, si algo no tuviera importancia dentro de 50 años, entonces esencialmente tampoco importa ahora. De modo semejante, el Budismo habla al respecto de la naturaleza transitoria de las cosas como uno de los principios básicos.

Ver las cosas como transitorias no significa que no tengan importancia y que puedan ser ignoradas. Démosles la atención debida a medida que surgen, pero no permanezcamos perturbados ni aturdidos cuando no suceden del modo como la sociedad o la mente común las pretende.

Primeros pasos

Estos son los tres primeros pasos por medio de los cuales nos adentramos en la vida espiritual:

  1. La comprensión intelectual de la naturaleza transitoria de las cosas.
  2. La ausencia de condicionamientos y automatismos emocionales.
  3. La visión directa de la naturaleza transitoria de las cosas y la capacidad para trascender las reacciones emocionales y mentales.

Los dos primeros son accesibles a cualquiera que reflexione de manera diligente sobre la propia vida y también trabaje diligentemente el autodominio emocional. El tercero no es accesible a todos; requiere un despertar espiritual como pre-requisito.

Una percepción de este tipo aporta ciertas cualidades o efectos secundarios que emergen en la vida diaria y que cambian radicalmente el modo de cómo vivimos la vida.

Uno de los efectos de esa visión es un creciente desapego. Se puede amar a las personas y apreciar las cosas y los eventos sin tomarlos como fuente de ansiedad y de aflicción. Se pueden aceptar las cosas como son y aceptar los acontecimientos a medida que suceden. Es posible actuar con calma, ecuanimidad e impersonalidad. Al así actuar con las cosas, se trasciende el elemento personal.

Cuando el arquero dispara sin buscar el particular trofeo, está en posesión de toda su habilidad; cuando dispara para ganar una medalla o copa de latón, ya está nervioso; cuando dispara ansiando un premio en oro, está ciego, ve dos blancos y está fuera de sí. Su habilidad no cambió, sino que el premio lo dividió. ¡Se preocupa! Piensa más en ganar que en disparar y la necesidad de ganar, drena su poder.

Acción sin acción

Karma Yoga es el yoga de la acción impersonal. La persona se torna más decidida, más rápida en la acción, más sabia en el juicio. Es la personalidad quien obnubila la visión de la persona y retarda la acción. Son nuestros gustos y aversiones los que nos confunden. La realidad es mucho mayor que nuestras preferencias personales.

Los chinos le llaman a eso wei wu wei, acción sin acción. Es un principio fundamental del taoísmo. Equivale a estar en armonía con la realidad mayor. El individuo es tan solo parte de esa realidad total, una realidad que estaba allí antes de que naciéramos, y que estará ahí después de que todos hayamos muerto.

En «Luz en el Sendero» podemos leer algo sobre la canción de la vida, con la cual necesitamos estar armonizados:

Escucha la canción de la vida
guarda en tu memoria la melodía que oyeres.
Aprende la lección de la armonía.

La mayoría de las personas no oyen esa melodía. Oyen tan sólo la melodía de la sociedad, de las otras personas, de la televisión, de los diarios. Esos ruidos sociales forman una cacofonía que transmite infelicidad, conflicto, guerras, pobreza y la lenta destrucción de la tierra.

Necesitamos aprender a escuchar la canción de la vida. En el comienzo es una melodía débil, que a veces escuchamos y a veces no. Sin embargo, cuando la oímos con más frecuencia, descubrimos que es más fácil reconocer su melodía separada de la melodía de la sociedad entonces tiene inicio un reajuste en la vida. Nosotros que fuimos criados danzando según la música de la sociedad, debemos ahora comenzar a aprender a dar otro conjunto de pasos. Puede ser doloroso. Puede significar cambio de rumbo en la vida, de círculo de amistades. Más esa armonización necesita ser hecha.

Henry David Thoreau afirmó: “Si un hombre no consigue acompañar a los compañeros, tal vez sea porque oye un redoblar diferente del tambor. Que siga esa música por muy distante que este.

Condicionamiento emocional

¿Qué decir del bagaje emocional que se acumula durante décadas? ¿Cómo librarse de ese fardo y liberarse del modo mecánico de bregar con las personas y la vida? Eh, ahí que entra la auto percepción. Es extremadamente importante estar perceptivo en todo momento, cuando viejos padrones de reacción emerjan.

Anthoni de Melo escribió sobre esta percepción: “Jamás conocí a una sola persona que gastase tiempo para tornarse perceptiva y que no viese una diferencia en cuestión de semanas. La cualidad de su vida cambia y así ya no depende más de la fe. Ve, es diferente. Reacciona de manera diferente. Incluso reacciona menos y actúa más. Ve cosas jamás vistas. Se torna mucho más enérgica, mucho más viva. Las personas piensan que si no tuviesen deseos, serían como cosas inútiles. Más, la realidad es que pierden la tensión. Líbrese del miedo al fracaso, de sus tensiones al respecto del éxito y Vd. se sentirá relajado.

En la auto percepción de instante en instante, debemos al mismo tiempo saber que un proceso está en marcha y que dura meses o años. Los cúmulos de una vida no pueden evaporarse en un momento. Se congelarán y endurecerán como el barro y precisarán mucho agua y fricción antes de ablandarse y dispersarse. Por tanto, precisamos persistencia y paciencia.

Cuando una flaqueza del carácter continúa repitiéndose, a pesar de sinceras resoluciones en vía contraria, permita que la luz de la percepción brille sobre la transgresión. Entonces la negatividad emergente se dispersará y fluirá a lo lejos. Poco a poco se va a disipar. Llegará un día en que la urna estará purificada de toda suciedad; entonces ya no habrá más ocasiones de recaídas, porque la acción de la persona no será más una reacción.

Finalmente cuando podamos ver el cuadro mayor, cuando oigamos la canción de la vida, cuando domemos los hábitos y comportamientos y desarrollemos habilidades en la vida, estaremos en una mejor posición para vivir permanentemente intuitivos en el momento presente.

Vivir en el presente no es una mera afirmación intelectual del momento presente. Es una percepción del cuerpo, de los pensamientos y sentimientos de la persona, a medida que se suceden. Es porque estamos perceptivos, que ya no somos desviados por las presiones y eventos como lo seríamos si no estuviésemos conscientes. El mecanicismo de la vida disminuye hasta el nivel de lo necesario, más las cosas más importantes son hechas con la intuición, sin retractarse, con entusiasmo y con intensidad, sin bloqueos.

Algunos apuntes sobre la vida espiritual en medio de la vida humana

  1. Al menos intelectualmente debemos ver una mayor amplitud del cuadro de la vida.
  2. Necesitamos percibir los profundos condicionamientos que la sociedad introdujo en nuestra personalidad y permitir que se disipen.
  3. Así, entonces podremos ser capaces de ver la naturaleza transitoria de las cosas.
  4. Como resultado florecerá el desapego de manera natural en el modo de tratar y convivir con las personas y las cosas.
  5. Todo esto no disminuye la intensidad de nuestra interacción; en realidad, la profundiza, pero no de una manera personal.
  6. Precisamos desarrollar la habilidad en la acción, en tanto que vivimos la vida social. Cualesquiera que sean nuestros deberes, hagámoslo lo mejor que podamos.
  7. Descubriremos que somos capaces de librarnos del bagaje de memorias y de ansiedades y vivir plenamente en el momento presente, percibiendo nuestras emociones y pensamientos en cuanto acontecen.
  8. Entonces podemos amar, cometer errores, aprender, crecer y tornarnos en aquello que realmente somos, sin ansiedad. La vida, con todas sus complejidades y demandas, deja de ser un problema: la vida tan solo es.

Vicente Hao Chin Jr.
Presidente de la Sociedad Teosófica en Filipinas