1er ENCUENTRO DE JÓVENES EN BRASIL

Por Neus Vergés

El encuentro de jóvenes en Brasil fue fantástico. Sara Ortega y yo misma llegamos al aeropuerto de Brasília el jueves por la mañana i desde el primer momento nos sentimos muy bien recibidas. Aunque estábamos cansadas del viaje, la alegría y la ilusión que se desprendía de todos nosotros, participantes y organizadores, hizo que la fatiga se notara menos.
Como llegamos un día antes del comienzo, tuvimos la oportunidad de visitar un poco Brasilia, ciudad de grandes dimensiones y llena de coches. Lo que más me impresionó fue la catedral, que tiene una forma muy original y los ventanales de colores hace que dentro haya una claridad increíble.

El resto de la semana estuvimos en el Instituto Teosófico de Brasil. Lo llaman “Paraíso na Terra”, y realmente es un paraíso. Pudimos disfrutar de unas vistas dignas de postal, todo era verde y frondoso y por la noche se oía el concierto interminable de los animales que viven allí.

En cuanto a los horarios y a la organización, cada dia hacíamos yoga por la mañana, y luego teníamos una conferencia sobre temas variados de teosofía. A continuación, comíamos e íbamos a las cascadas en coche. Las cascadas son espectaculares y como pasábamos un buen rato allí, aprovechábamos para compartir sonrisas, conversaciones y silencios; el baño nos permitía sentir la fuerza y la intensidad del agua cayendo.

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Un poco más tarde, teníamos otra conferencia, o un coloquio en pequeños grupos y a continuación, íbamos al templo a meditar, contemplar el paisaje y disfrutar de las maravillosas puestas de sol. Por la noche, después de cenar, nos reuníamos todos alrededor de una hoguera para cantar canciones, bailar, hablar y reir todos juntos.

Sin embargo, para mí la magia de este viaje fue la gente. Tuve la sensación de que todos teníamos mucha paz interior. Siempre que miraba a alguien, estaba sonriendo. Y con esa sonrisa transmitía mucha alegría y serenidad. Éramos unos 45 participantes: dos de Holanda, uno de Hungría, una de Italia, dos de España, dos de Argentina y el resto de Brasil. Personas diferentes, de diferentes culturas, hablando distintos idiomas y de distintas edades. Pero teníamos algo en común: todos estábamos dispuestos a trabajar juntos para que el mundo sea más justo, lleno de equidad y de amor, para sentirnos en paz con nosotros y con los demás, y para sentir esa inmensa unidad que todo lo engloba. Al mismo tiempo, a todos nos apetecía pasarlo bien y estar abiertos a conocer gente nueva. Ese sentimiento y esa emoción compartida hizo que muy pronto supiéramos que formamos una familia y que notáramos un amor muy puro entre todos. Me sentí muy querida por personas a las que había conocido apensa tres días antes. Eso fue muy emotivo y, al mismo tiempo, fue como una inyección de vigor y de vitaminas.
Esta sensación se reforzaba con las conferencias. Tuvimos el honor de poder escuchar al Presidente Internacional Tim Boyd, así como a otros conferenciantes de Brasil. Se habló de temas que, quien más quien menos, todos conocemos. Pero de una coa estoy segura : a nadie dejaron indiferente.

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Quisiera ahora compartir un texto que la Sociedad Teosófica de Torino ha compartido a través de Facebook y me ha parecido conveniente traducirlo porque realmente refleja perfectamente lo que ha sido esta experiencia.

Imagínate a un grupo de jóvenes de América del Sur y de Europa. Un grupo de culturas, lenguas, edades i estilos de vida diferentes. Intenta imaginártelos sentados en círculo alrededor de unos lápices de colores y papeles en los que todos podían dibujar.

Imagínatelos debatiendo apasionadamente sobre temas como la libertad de pensamientos, la interdependencia y la sed de conocimiento. Imagínatelos hablando en una lengua común; imagínatelos compartiendo propuestas e ideas para crear finalmente una Fraternidad Universal en la que cda diferencia i cada peculiaridad individual es un instrumento que tiene su propia música, en total armonía con las demás.
Ahora trata de imaginarlos contemplando la salida y la puesta del sol todos juntos y en silencio, porque cuando las almas cantan no son necesarias las palabras. Imaginalos caminando por el bosque, disfrutando de las montañas y cascadas, cantando riendo, llorando, comiendo, trabajando y durmiendo todos juntos. Imagínatelos sentados meditando, cantando un mantra y experimentando que el momento presente es sagrado.

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Imagina a esos jóvenes al regreso, con unas emociones impresionantes y mientras hacen las maletas se preparan para expandir ese entusiasmo por la búsqueda de la verdad sin dogmas en la mente, que está llena de la gracia que tiene que ver con la conciencia de ser una parte de la Única, Eterna, Infinita e Inmutable Realidad.
Bien, ahora piensa que eso ha pasado de verdad, del 5 al 10 de febrero, en un lugar en medio de la naturaleza, cerca de Brasilia, en un paraíso en la tierra, llamado “Paraíso na Terra”. Pero sobre todo, ¡sé consciente de que eso es posible! Sé consciente de ello: es posible en tu país, en tu ciudad y en tu círculo teosófico. Díselo a tu familia, a tus amigos y a tus colegas.. ¡Dile a todo el mundo que la SOCIEDAD TEOSÓFICA ESTÁ VIVA!

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